Todos hemos pasado por comisaría para hacernos el DNI por primera vez y nos han pedido que les cediéramos unos segundos nuestra mano, donde tintaban nuestro dedo con una esponjilla para posteriormente dejar una impresión de nuestra huella dactilar en nuestra ficha con nuestra firma, ambas señales, únicas e irrepetibles.
Pero, ¿cómo surgen estas huellas y cuándo?
Las huellas dactilares están formadas por surcos en la capa más externa de la piel, la epidermis, que reciben el nombre de crestas papilares y por surcos interpapilares, que serán las zonas deprimidas entre dos crestas papilares.
Las crestas, son originadas por la alineación de unas protuberancias que se encuentran en la parte más interna de la dermis con forma de dedo llamadas papilas (DPL en la imagen). Estas se alinean únicamente en las manos y pies, mientras que aparecen en todo el cuerpo, pero de forma desorganizada.
Estas alineaciones se forman durante el desarrollo embrionario de una persona, a partir de la semana 11 de gestación y van en función de factores tanto genéticos como ambientales. El ADN de una persona determinará de forma general el patrón dactilar en una fase temprana, mientras que son los factores ambientales los que las harán únicas. Durante el desarrollo de la piel, las crestas están expuestas al líquido amniótico, cuya presión y osmoticidad afectará a su desarrollo. Pero también influyen presiones internas, como la presión de la sangre al bombearla a las extremidades. La posición en el útero, los movimientos que se realizan en él y la nutrición tienen parte de culpa también en el patrón final aunque no se sabe con exactitud cuál son los factores específicos que determinan el dibujo final. De ahí, que incluso hermanos gemelos con idéntica dotación génica, se diferencian al nacer ya por sus huellas dactilares. De ahí, también, que incluso si observas tu dedo índice y el dedo corazón, observes diferencias en el patrón de líneas, ya que es imposible que se dé el 100% de condiciones ambientales similares en ambos dedos.
Una vez formadas las huellas, estas permanecen impasibles a lo largo del tiempo (a menos que una herida profunda deje cicatriz), persistiendo incluso durante años después de la muerte. Se han llegado a encontrar momias que aún conservaban parte de sus huellas dactilares.
¿Y cuál es el significado biológico de las huellas dactilares? ¿Para qué las necesitamos, aparte de para identificarnos?
Básicamente tienen dos funciones:
- Proporcionan una mayor sensibilidad al tacto: permiten distinguir objetos con un grosor equivalente a la quinta parte de un milímetro (el grosor de un cabello humano). Al pasar el extremo de los dedos por encima de un objeto, se producen unas vibraciones en estas crestas que son captadas por unos mecanorreceptores sensoriales que enviarán la información finalmente al cerebro.
- Ayudan a la sujeción a objetos: la rugosidad de la piel en manos y pies facilitan el agarre de objetos o a superficies ya que proporcionan una mayor fricción que si la piel de estas zonas fueran una superficie lisa. Esto se ve con mayor sentido en nuestros antepasados, los primates, que les facilita el trepar y sujetarse a las ramas de los árboles sin resbalarse. Efectivamente, los primates también tienen huellas dactilares.
Como seguramente os habréis dado cuenta todos, las crestas papilares no se limitan únicamente a la yema de los dedos, sino que se encuentra por toda la palma de la mano, siendo más pronunciadas en las propias yemas y en la base de los dedos (donde nos salen los callos al agarrar cosas) e, igualmente, en la planta de los pies, ambas zonas de nuestros miembros más expuestas al contacto con superficies y objetos.
Por último, como curiosidad, añadiré que existen unas pocas familias en todo el mundo que carecen de huellas dactilares, debido a una mutación en un gen (el SMARCAD1), condición que recibe el nombre de adermatoglifia y que supone un gran problema a la hora de viajar, podéis imaginar el por qué.
Más información en:
Callos, no cayos. Los cayos son otra cosa.
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