19 de junio de 2013

La sensación de hormigueo y adormecimiento.

    A todos nos ha pasado alguna vez, sobre todo en la cama, que empezamos a no notar nuestra mano o nuestra pierna aunque le pellizquemos  o toquemos con fuerza y después como unas agujas o alfileres pinchándonos y que conocemos como sensación de hormigueo (aunque espero fervientemente que las hormigas no provoquen esa sensación al corretear por nuestra piel). ¿Vemos qué causa ese atontamiento y posterior hormigueo en nuestras extremidades?



El fenómeno de la parestesia

    La parestesia (del griego "para", que significa "anormal" y "estesia" que es, obviamente, sensación) ocurre de forma cotidiana cuando adoptamos posturas donde se presiona mucho tiempo la extremidad en cuestión, aunque también pueden ser por causas patológicas relacionadas con el sistema nervioso o vascular, pero en este post solo me centro en las parestesias comunes o fisiológicas, no las patológicas.

    Aunque sintamos dos sensaciones totalmente diferentes, el adormecimiento y el hormigueo, en realidad, ambos van de la mano, ya que son distintas fases de un mismo procesos fisiológico. Las parestesias ocurren muy frecuentemente cuando estamos durmiendo, ya que es cuando más fácilmente mantenemos una misma posición, en ocasiones una en la que dejemos el cuerpo del peso sobre el brazo mal flexionado o sobre una pierna. ¿Cómo ocurre entonces el hormigueo y el adormecimiento? ¿Qué va primero y qué va después? Vamos allá.


El hormigueo

    En primer lugar, en esa postura, comprimiremos los nervios y los vasos más superficiales de la zona chafada.  Esos nervios son los que nos capacitan para sentir el tacto en nuestra piel, y al estar presionando a esos nervios y los vasos sanguíneos que los rodean, estamos limitando el aporte de sangre a esa zona, dando una leve isquemia, por lo que hay déficit de nutrientes que, junto a la alta necesidad metabólica de los nervios, que necesitan un alto aporte de oxígeno y nutrientes que deben captar de la sangre, conllevan a una alteración y aumento en la excitabilidad de los nervios por cambios en los gradientes iónicos (resposables de la excitabilidad de nuestros nervios). Este aumento de la excitabilidad, que aparecería varios minutos después de empezar la compresión del miembro, conlleva a una fuerte sensación táctil sin ningún estímulo que lo justifique directamente, lo que conocemos como hormigueos. 


Sensación de adormecimiento.

    Estos hormigueos desaparecerían poco a poco si en ese momento nos despertáramos y liberásemos la extremidad atrapada bajo nuestro cuerpo al recuperar el aporte sanguíneo original, pero como dormimos muy profundamente, el proceso sigue.

   El nervio sigue sin recibir el aporte de oxígeno y nutrientes que necesita, y la excitabilidad, antes aumentada, comienza ahora comienza a disminuir hasta llegar a perder la sensibilidad de la zona, ya que aunque toques la mano, o la pierna, estos nervios no estarán funcionales por un tiempo, hasta recuperarse y no podrán mandar la información al cerebro de que algo ha tocado su zona. Esta es la sensación de adormecimiento de las extremidades.


Parálisis de la extremidad.

  Si seguimos soñando como bellacos, este proceso irá a más hasta llegar al punto en el que del adormecimiento pasaremos a la debilidad muscular y, finalmente, parálisis transitoria del miembro. Aunque suena a catastrófico, estoy seguro de que todos hemos tenido esa sensación, de no poder ni levantar el brazo o no ser capaces de abrir y cerrar la mano. 

    Así, según la sensación que tengamos al despertarnos, podemos saber el el tiempo que ha pasado nuestra mano o nuestra pierna aprisionados bajo nuestro cuerpo ya que todo este proceso se toma cerca de media hora desde que sometemos nuestro miembro a presión y que este se quede sin capacidad motora.

    Si esa presión siguiera ahí, podría llevar incluso a la necrosis (o muerte del tejido) de la zona aplastada, perdiendo nuestras queridas extremidades, pero el cuerpo es tan sabio que nos manda esas señales de hormigueo, adormecimiento y posteriormente dolor en la zona paralizada para despertarnos y que le pongamos solución al problema.


   En resumidas cuentas, el proceso se puede representar en la siguiente gráfica de forma muy simplificada pero que visualmente hace más fácil entender lo que ocurre a los nervios de nuestro miembro atrapado, hasta que sentimos la parálisis y cesamos la presión sobre la pobre extremidad.




6 comentarios:

  1. Me es gracioso porque una vez me desperté y pensé q era la mano de otra persona y con. Mi otra mano tome la mano y la saque de encima mio jaja hasta que empecé a sentir el hormigueo.:)

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  2. Sí. Creo que a todos nos ha pasado de llegar al punto de parálisis, y tener que cogernos la mano "muerta" para moverla de sitio porque ella sola es incapaz. Da un poco de miedo y todo.

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  3. Juanjo, anda, corrige el artículo, que los de letras tenemos ganas de matarte!! jajaja
    para-: es una preposición, proviene del griego y significa "junto a"
    -estesia: también proviene del griego(aisthesis) y significa "sensibilidad"
    sabes quien soy? ;)

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  4. Ya está más o menos corregido. "Para-" se traduce también literalmente como "contrario a" pero en la palabra Parestesia se le da el contexto que aparece en el post (anormal). Lo mismo ocurre con "-estesia", literalmente significa eso que dices, pero en la palabra en cuestión se refiere a la sensación. Pero gracias por explicar la etimología, también es interesante saber de dónde vienen esas palabras tan raras.

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  5. saquen un articulo sobre los calambres porfa!!!

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    1. Ya tienes tu artículo sobre los calambres ;) Espero que lo disfrutes y comentes también. Saludos!

      http://sciencuriosities.blogspot.com.es/2013/07/por-que-nos-dan-calambres-en-las-piernas.html

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