¿Podemos morir en las arenas movedizas?

   

¿Quién no ha visto en más de una película cómo los personajes tenían que enfrentarse a las temibles arenas movedizas y cómo, algunos de ellos, perecían en esa batalla hundidos hasta el fondo sin poder ser rescatados? Sé que tú también, pero quizá lo que no sabes es qué son exactamente las arenas movedizas y si realmente son o no tan peligrosas. Si no lo sabes, sigue leyendo y descúbrelo.

¿Qué son las arenas movedizas?

   Agua, arcilla o algún material finamente granulado formando un hidrogel coloide son sus principales ingredientes. ¿Falta la arena, verdad? No, no falta, sólo es un nombre mal puesto pero que vende. Las arenas movedizas conforman lo que se conoce como líquido no-newtoniano (de los que ya hablé en el artículo sobre si el hombre es capaz de andar sobre el  agua). Cuando no hay ninguna perturbación externa, estas arenas parecen sólidas, pero al ejercer una presión sobre ellas, como nosotros inocentemente paseando, se comportan más parecido a un líquido, porque el agua que hay entre las partículas actúa de lubricante sobre las finas partículas haciendo que se comporten como un material viscoso.  

   Como vemos, el agua es fundamental, por lo que la creencia de que hay arenas movedizas preferentemente en el desierto, pierde credibilidad. Generalmente se suelen formar en orillas de ríos profundos, como los de las selvas, en lagos, playas con grandes mareas de varios metros, pantanos, etc. Un sitio famoso de formación de estas arenas es la bahía de Morecambe, en Inglaterra.

¿Podemos morir en las arenas movedizas?

   Respuesta corta: Sí. Respuesta larga: Sí, con un pero... Podemos morir en ellas, pero no ahogados y hundidos hasta el fondo como hemos visto en más de una ocasión. Esto es así, físicamente imposible y demostrado en la revista Nature, porque el cuerpo humano es menos denso que estas arenas y, por lo tanto, "flota". Sí. Podemos empezar a hundirnos, pero más o menos a la altura de la cintura (depende de la viscosidad de esas arenas) nos quedaremos estables. Además, no suelen ser muy profundas. Es raro que superen el metro de profundidad.

  Ahora, lo que sí puede ser es que no consigamos salir de ellas, precisamente por esa viscosidad, que nos dificulta muchísimo la movilidad para alcanzar el borde, pudiendo llegar a morir de hambre, frío, ahogados por la subida de la marea de la playa o de una de las mil y una horripilantes formas en que la naturaleza puede acabar con nosotros. 

¿Cómo escapar entonces de ellas?

   

Bueno, lo más recomendable y obvio: no te metas en ellas. Pero si ya lo has hecho, la física es tu amiga. Al principio decíamos que lo que causa su viscosidad es la presión sobre ella, por lo que hacer movimientos bruscos sólo empeoraría las cosas. Al contrario, hay que hacer la mínima fuerza posible e intentar repartir el peso sobre la superficie de las arenas, para que la presión sea menor. Es decir, intentar recostar el torso sobre ellas, como si pretendiéramos flotar sobre ellas al igual que en mar e intentar sacar poco a poco las  piernas. Una vez que están fuera, ya queda lo más fácil: arrastrarse hasta la orilla, despacio y apoyando al máximo todo nuestro cuerpo, no sólo las manos y las rodillas.

   Aquí os dejo dos enlaces para que aprendáis aún mejor cómo escapar de ellas:

Bear Grylls escapa de las arenas movedizas

¿Cómo escapar de las arenas movedizas?

   Cómo veis, otro mito más que nos intentan colar los hollywoodienses para hacer más impactantes sus películas y que, en realidad, no lo son. Pero bueno. Para eso estoy yo aquí, para estropearos muchas películas y para acercaros un poco más la ciencia cotidiana.

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