No sé si os habréis fijado. Posiblemente sí, pero si no, ya podéis hacerlo. Fijaos en que todas las hembras de mamíferos son, por decirlo de alguna manera, "planas" toda su vida, no tienen pechos protuberantes salvo en la época de embarazo y post- parto, durante el tiempo que van a dar de mamar a sus crías. Salvo una especie. ¿Adivinas cuál? Exacto. La nuestra. Nuestras hembras son las únicas que tienen los pechos prominentes durante (casi) toda la vida. No únicamente cuando van a dar a luz y amamantan a sus crías. ¿Tiene esto alguna explicación?
Son sus culos delanteros
Si lo pensamos bien, tener los pechos "grandes" durante toda la vida es un incordio. Molestan, te puedes dar golpes, etc. Y en la vida salvaje, al ser un peso muerto, compromete hasta la supervivencia. Así que debió haber alguna razón importante para que esto se mantuviera a lo largo de los millones de años. Para ello, hay que remontarse a la época en la que los antepasados del ser humano aún andaban a cuatro patas.
Por aquella época, las nalgas de nuestro predecesores, eran el reclamo sexual de los machos, ya que era lo que quedaba a la vista al ir a cuatro patas y era la zona que el macho "atacaba" al buscar el coito. Aquellas nalgas, que como ahora, se usaban para sentarse, y más a menudo de lo que lo hacemos hoy en día, presentaban durezas, tipo callos, para proteger las nalgas del calor del suelo y evitar raspaduras o rozaduras. Recibían el nombre de callosidades isquiáticas. Esas nalgas adornadas con las dos callosidades, a los machos los volvía locos.
El problema vino cuando empezamos a caminar erguidos, y la visión del trasero queda un tanto más alejada y escondida, ya que los pre-humanos empezaban a relacionarse de frente. Por eso, la naturaleza se encargó de poner una imitación de los glúteos en la zona anterior del cuerpo. Usando los pezones como imitaciones de esas callosidades isquiáticas en medio de dos protuberantes "nalgas" delanteras.
Autoimitación sexual
A este fenómeno, de intentar imitar caracteres sexuales en otras zonas de nuestro propio cuerpo para atraer se conoce como autoimitación sexual y es muy común en la naturaleza.
En el ser humano hay otro ejemplo claro de imitación sexual y seguro que lo tienes en mente, porque es demasiado obvio. Los labios. Los labios de las mujeres son más rojos que los de ningún otro animal y también más hinchados o protuberantes. Ya puedes adivinar qué carácter sexual está autoimitando.
Pero no es el único. Otro ejemplo en el reino animal, también bastante conocido es el caso de los mandriles. El mandril macho tiene el pene de color rojo brillante, con manchas escrotales azules a ambos lados. Esta distribución de colores aparece también en su cara, donde la nariz es de un rojo brillante, mientras que las hinchadas y lampiñas mejillas son de un azul intenso. Usan una imitación de sus genitales en la cara, una zona más visible.
También las hembras de las geladas (otro primate) tiene una imitación de su aparato genital en el pecho, el cuál se vuelve más llamativo y de un color más intenso cuando está en celo, al igual que lo haría su propio aparato genital.
Ambos primates pasan sentados o erguidos más tiempo que el resto de primates y, de ahí, al igual que nosotros, esa necesidad de llamar la atención sexual imitando sus genitales en zonas más visibles del cuerpo.
Como vemos, el hecho de convertirnos en animales bípedos, ha traído algunas de las cosas que más nos gustan actualmente. Como por ejemplo los orgasmos femeninos. Y es que la naturaleza, nunca dejará de soprendernos, ¿verdad?
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