28 de marzo de 2016

¿Qué pasa si bebemos demasiada agua?


  Llevan años y años machacándonos por todos lados (televisión, expertos, revistas, productos, etc) con lo de que hay que beber dos litros de agua al día. Esto ha llevado la psicosis a algunas personas que se obsesionan con alcanzar y superar esa cifra, llevando la botella de agua prácticamente colgada al cuello todo el día como si de un san bernardo se tratara. Ya sabemos qué pasa si bebemos muy poca agua: problemas de riñones, deshidratación, problemas circulatorios, etc. ¿Pero qué pasaría en el caso opuesto? ¿Y si bebiéramos demasiada agua? Más de la que nuestro cuerpo puede tolerar. ¿Y dónde está ese límite?




El exceso de agua puede llevarnos a la tumba


    Es famoso el caso de una mujer estadounidense que, en un concurso cuyo premio era una videoconsola Wii a quien bebiera más agua sin ir al baño, ingirió una cantidad de agua tal que, tras ganar el concurso y volver a casa, empezó a notar dolores de cabeza y otros síntomas hasta que la encontraron muerta varias horas  después. El informe forense determinó que la causa de la muerte había sido por intoxicación de agua. Y es que el agua, aunque parece que se nos olvida, es un producto químico capaz de reaccionar y alterar el medio en que se encuentra.

    En nuestro cuerpo, el agua debe encontrarse a en una cantidad regulada, para mantener las concentraciones de otros compuestos químicos. Por ejemplo, el reparto de iones (los famosos sodio, cloro, potasio, calcio...) que mantienen el equilibrio químico y gradientes de concentración en las membranas de las células y que permiten, entre otras cosas, el impulso nervioso o la contracción muscular, variaría si la cantidad de agua aumenta, ya que disminuye la concentración de tales elementos.

    Así, entre algunos de los síntomas que se sienten en una intoxicación de agua, es debilidad, por el mal funcionamiento de la contracción muscular. Además, las células, para intentar mantener la diferencia de concentraciones... si la cantidad de agua en el medio interno aumenta, las células absorberán agua también. Esto conlleva una hinchazón de las células. Cuando esto ocurre en nuestro cerebro, se conoce como inflamación cerebral, que produce ese dolor de cabeza y jaquecas que alegaba la mujer fallecida. Además, el cerebro se ve limitado por el cráneo, llegando incluso a estallar las células si su inflamación es excesiva. Y en casos extremos, puede llevar a la muerte del individuo, cosa que ya ha ocurrido en varias ocasiones.




Otros efectos causados por la intoxicación de agua


    No sólo las células y el cerebro se ven dañados. Ante tal aumento de la volemia (nivel de liquido en sangre), el cuerpo trabaja a marchas forzadas para intentar compensarlo mediante la eliminación de agua. Hay dos formas principales para eliminarla. 

     Una es la orina. Los riñones trabajan en exceso para eliminar ese excedente de agua, pudiendo sufrir también daño por el sobre esfuerzo.

     La otra es la sudoración. Sin embargo, en la sudoración, además de agua, también se pierden electrolitos. Por lo que ayudaría a agravar el problema del que hablábamos. 

      Por otra parte, nuestro corazón está preparado para mover por el cuerpo los alrededor de 5 litros de sangre que circula por nuestros vasos sanguíneos. Si aumenta demasiado esta cantidad, la presión sanguínea aumentará, provocando daños en todo el sistema circulatorio, especialmente en el corazón. Como si fuera una bomba sometida a demasiado esfuerzo.


¿Cuánto es lo máximo que debo beber?


     El límite es desconocido, pues cada cuerpo puede sufrir el colapso por la intoxicación a distinto nivel. Pero lo recomendable es ingerir (que no beber, un matiz bastante importante a tener en cuenta), entre 1,8 y 2,5 litros de agua, según el requerimiento calórico de un adulto. Obviamente, en días de excesivo calor o excesiva actividad física, hay que sumar un plus de agua para incorporar al cuerpo. Y si es mediante bebidas isotónicas, mejor, pues mantendrán mejor el balance de electrolitos y agua corporal.

     La orina también es un indicativo de si estamos con un exceso o defecto de líquido en el cuerpo, según si la orina sale muy transparente o de un color intenso, respectivamente. 



     Y como decía,  esos dos litros de agua se deben ingerir (no beber), ya que en nuestra dieta diaria, incluímos una buena cantidad de agua procedente de los propios alimentos. Las frutas y verduras están compuestas en su gran mayoría por agua. La leche, cafés, refrescos caldos, etc que tomamos al día, entran ya dentro de esos dos litros de agua que necesitamos a diario. Así que, tampoco hay que obsesinarse con acabar la botella enorme  de dos litros de agua antes de que acabe el día. Simplemente, beber un  poco de vez en cuando, aunque no se tenga sed (un reflejo tardío del cuerpo que indica que empezamos ya a tener niveles de deshidratación) para ir reciclando ese líquido elemento tan importante para la vida.



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